
“La historia ya es trágica y tú le pones ópera como soundtrack”
Una casa de los cincuenta en un campo de golf dentro de los bosques americanos, un crítico de ópera, su esposa y una tragedia con su hijo. Estas son las bases que presenta Michael Bartlett para darle vida a una historia de fantasía, fantasmas y transformaciones inexplicables.
Tras intentar suicidarse por segunda ocasión, Sarah regresa a casa para encontrarse con un esposo (Alan) más interesado por su trabajo que por la salud de su esposa. En un intento por recuperar una vida alejada de la depresión, la pareja viaja a Italia y deja encargada su casa a Kelly quien es más joven que Sarah y tiene una aventura con su esposo.
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La casa se ve habitada los próximos días por Kelly y Jesse, su novio, una joven pareja que disfruta de la marihuana recreativa y de beber el vino tinto directamente de la botella, usándolo para alterase más que para disfrutarlo.
Mientras la pareja en Italia repasa la cruel tragedia que los atañe, de vuelta en Oregon, Kelly y Jesse sufren una lenta y perturbadora inversión hacia el estilo de vida de los dueños de la casa, utilizando la ropa, autos e incluso conviviendo con el inocente espíritu de su hijo. Transitando de personajes irresponsables y sin elegancia hacia personas con gustos refinados.
Michael Bartlett explica que su película no solo se trata de fantasmas y almas, tiene profundas referencias a elementos de la vida real. Los objetos que aparecen recurrentemente en el filme logran ser representativos de lo que Bartlett quiere expresar. Globos amarillos como extensiones de almas, pelotas de golf como irresponsabilidad paterna y manzanas como deseo. El mismo director acepta que su trabajo resultó muy serio y que muchas secuencias fueron inspiradas por Hitchcock entre otros directores europeos.