Por Roberto Coria

Lo dije hace una semana: el mundo de los cómics ofrece los mejores ejemplos para hablar de la deformidad física causada por accidentes. La estupenda caricatura noventera Batman, la serie animada nos presentó a uno de los más viejos adversarios del héroe, uno poco conocido por no haber aparecido en la colorida y emblemática serie protagonizada por Adam West. En perspectiva, esto es fácil de explicar. Es uno de sus personajes más trágicos, difícil de presentar en ese entorno festivo. Por eso fue ultrajante verlo encarnado por Tommy Lee Jones, socarrón, extravagante y con claras trazas del Guasón de Jack Nicholson, en Batman eternamente (Joel Schumacher, 1995). Como el Walter White (Bryan Cranston) del reciente y laureado programa Breaking Bad, Harvey Dent representa al hombre bueno que por infames circunstancias se vuelve malo.

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Creado por el dibujante Bob Kane y el escritor Bill Finger, Dent apareció por vez primera en el número 66 de Detective comics, en agosto de 1942. Originalmente iba a ser bautizado Harvey Kent, pero la idea fue desechada para que no se vinculara con el último hijo de Kriptón. El artista, quien tradicional e injustamente ha recibido todo el crédito autoral, aseguró en su autobiografía Batman y yo (Eclipse Books, 1989) que se basó en la novela El extraño caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde (1886) de Robert Louis Stevenson y particularmente en su adaptación fílmica de 1931, protagonizada por Fredric March y dirigida por Rouben Mamoulian. Pero a diferencia del novelista escocés y como el Dios romano Jano, Kane buscaba retratar las dos facetas de la conducta humana en el mismo rostro. Dent era un Fiscal de Distrito idealista, celoso de la ley y de buen aspecto (le apodaban “Apolo”, un seguro metrosexual de esos días) que fue terriblemente desfigurado cuando el jefe criminal Sal Maroni le arrojó ácido durante un juicio. Esto lo convirtió en un criminal obsesionado con la dualidad que decidía la suerte de sus víctimas al arrojar una moneda al aire (un tradicional “volado”). De acuerdo a su filosofía, esto tenía sentido. El azar es igual para todos. No discrimina ni puede comprometerse.

Dent2Su origen se robusteció en las últimas décadas gracias a los escritores Dennis O’Neil y Frank Miller, quienes le dieron un interés sentimental, un tormentoso pasado, problemas no resueltos con la figura paterna, desórdenes mentales latentes (doble personalidad, trastorno bipolar, esquizofrenia) por las presiones inherentes a su oficio. El atentado sólo desató problemas que arrastraba sin saber. Dicen los clásicos que cuando te asomas por mucho tiempo al abismo, éste te devuelve la mirada.

El villano ha sido reinventado en numerosas ocasiones, como en una de las mejores aportaciones publicadas en el cincuentenario del enmascarado, la espeluznante novela gráfica Arkham Asylum: A Serious House on Serious Earth (1989), de Grant Morrison y Dave McKean. En ella es presentado desnudo, balbuciente, y su moneda es sustituida por las cartas del tarot.

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La de Aaron Eckhart en la película Batman, el Caballero de la Noche (Christopher Nolan, 2008) es quizá su encarnación más fiel. Esto no sólo por el desempeño del actor, ni por los afortunados diálogos de Jonathan y Christopher Nolan. El policía que lo traicionó le dice preocupado, al ver sus horrendas facciones, “pero Harvey, creí que estabas muerto”. Él le responde escuetamente, mientras bebe un trago. “Medio”. La lógica del director aporta credibilidad al personaje: “el maquillaje inevitablemente añade volumen a un rostro, cuando en realidad queremos mostrar menos”. Ahí entró la animación por computadora. La tecnología al servicio de una historia.

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Sea por ácido, una explosión u otras razones, lo importante en el caso de Harvey Dent es su cara mutilada y la torcida obsesión que esto produce. De estar en el lado luminoso de la Ley, pasó al más sombrío. Ahí ha estado cómodamente instalado por varias décadas y nos advierte que la verdadera maldad habita en nuestros corazones. Sólo requiere de un mal día para liberarse.

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Roberto Coria es investigador en literatura y cine fantástico. Imparte desde 1998 cursos, talleres, ciclos de cine y conferencias sobre estos mundos en diversas casas académicas. Es asesor en materia literaria de Mórbido. Escribió la obra de teatro “El hombre que fue Drácula”. Escribe el blog Horroris causa. Su tesis de licenciatura se titula “Introspección a una Criatura de la Noche: un análisis comunicacional, psicológico y gráfico de Batman”. En sus horas diurnas es Perito en Arte Forense de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.