
Entre 1946 y 1959, fueron publicados los cuatro títulos principales de la malograda saga Gormenghast del escritor inglés Mervyn Peake (1911-1968). Gracias a ella, conocimos al reino de Gormenghast, gobernado por la dinastía de los Groan, los más importantes habitantes del anónimo castillo-ciudad-universo en el que se desarrollan los dos primeros capítulos de la saga: Titus Groan (1946) y Gormenghast (1950).
La historia planteada por Peake sigue al protagonista, Titus, desde su infancia hasta su madurez; o desde que adquiere la noción de que está destinado a ser el 77vo Groan que gobernará tan aislado (y ajado) reino, hasta ese autoexilio tras derrotar a su némesis, Steerpike, y ver que toda esa carga de tradición y responsabilidad que ahora debe afrontar no es para él, así que deja todo para explorar ese mundo que está más allá de esa cordillera y de ese inmenso bosque (eventos que ocurren en Titus Alone, de 1959).
La saga Gormenghast tiene la particularidad de narrar toda esa historia mezclando la tradición de la épica del medioevo con los romances del estilo de la Regencia Inglesa (1810-1920), más unas generosas pizcas de mannerpunk (un subgénero de la literatura fantástica en el que las historias se desarrollan en un contexto urbano, empleando elementos fantásticos de forma tal que se logra parir una compleja mitología sin negar la realidad histórica y lógica que tan minuciosamente labra el autor en turno), y mucho antes de que dicho subgénero fuera bautizado (1991).
De la saga existen algunas adaptaciones radiofónicas, una miniserie de cuatro capítulos de la BBC, centrada no en el héroe sino en el villano, y algunas cosas más en otros medios; pero, hasta este momento, ni hablar de una adaptación cinematográfica.
O bueno… Resulta que en el 2009 el competente director y guionista televisivo Colm McCarthy (Edimburgo, 1973) realizó una película independiente cuya historia comparte más de una referencia a la obra de Peake: desde su aproximación a un muy urbano, convulso y realista mundo, hasta la incapacidad de negar la magia, los hechizos y los enormes monstruos de afiladas garras y puntiagudos dientes; además de ese debate entre la tradición y la responsabilidad que aparentemente batalla siempre en el corazón de los jóvenes sin importar su lugar de origen, su época y su ¿naturaleza?
Edimburgo, algo parecido al tiempo presente. Una espigada mujer llamada Mary (Kate Dickie) y su hosco hijo Fergal (Niall Bruton) llegan a un complejo habitacional en el que también vive una familia de ruidosos rumanos, varios puchadores, algunas prostitutas y unos cuantos ladrones. Ambos están huyendo del violento y tatuado Cathal (James Nesbitt), ex-amante de Mary y padre de Fergal que por alguna razón está decidido (y en parte encomendado) a cazarlos y asesinarlos. El problema es que Mary no es una mujer cualquiera. Mediante varios rituales, que incluyen hacer pintas en las paredes de su departamento con su propia sangre, la mujer ha logrado evitar que Cathal los encuentre. Aquel sabe que están en algún lugar de la ciudad, en alguno de esos barrios bajos, pero no tiene aún el lugar exacto, así que su cacería irá costando su concerniente libra de carne y marcando su consecuente camino de sangre mientras colma la paciencia de los ancianos que gobiernan aquellas calles.
Tomándose su tiempo, McCarthy va corriendo las cortinas de esa historia que escribió con su hermano Tom, enredándonos primero en un curioso thriller con ecos a los hermanos Grimm y al propio Peake, para después sacudirnos con un certero jab: por las noches, una pálida y monstruosa figura ronda las calles de esos barrios bajos, cazando y matando a quién se cruce en su camino.
Indudablemente Mary sabe qué hay detrás de todas esas muertes, pero, curioso, lo único que atina a hacer es restringir aún más al ya de por sí sobreprotegido hijo. Sin embargo ¿qué hechizo puede emplear ante esa otra amenaza llamada Petronella (Hanna Stanbridge), joven rumana que ha puesto algo más que sus ojos en su Fergal?
Outcast (2010, Reino Unido) no aspira a ser solamente una cinta de horror. Resulta un competente cuento de hadas pasado por sangre que no escatima ni en su sordidez ni en su mística complejidad. Y que además nos permite saber cómo se vería una cinta que relatara parte de la saga Gormenghast.
Seguro que ninguno de los hermanos McCarthy negarían dicha influencia: en un momento de la película, Mary lleva a Fergal a uno de los baldíos que circundan el barrio en el que ahora viven. Tras completar un hechizo, le recuerda que es su cumpleaños, así que le regala una hermosa copia en pasta dura de Titus Alone, o lo que es lo mismo, de ese capítulo de la saga Gormenghast en el que el personaje principal, ya adolescente, deja a su reino y su poder para lanzarse a conocer y sufrir esa moderna y desconocida tierra en la que no han escuchado hablar ni de su familia, ni de sus gestas, ni de su reino.
¿O en verdad creen en las coincidencias?
Por @duendecallejero
no tenia ni puta idea había un libro, menos una saga.
me gusto mucho, vere si me consigo alguno de los escritos esos
La hay. Quedó incompleta pues el Alzheimer mermó a su autor justo cuando trabajaba en el tercer libro (y lo resiente). El plan eran cinco novelas y algunos cuentos. Outcast, aunque cuenta su propia historia, definitivamente tiene mucho de la saga en cuestión. Modernizada, quizá. Pero muchos de sus temas ahí están.
una lastima todos esos casos de obras inconclusas, tanto como para el autor (supongo), como para los lectores. hace unos meses leía que el autor de mundo disco le pasaba la batuta a su hija. a veces bromeo con un amigo sobre que interesante sería ver que pasa si algo le pasara a g.r.r. martin antes de terminar su cancion de hielo y fuego.
Entre esos lamentables casos, destaca, sin duda, el de Robert Jordan y su saga Wheel of Time. Se quedó a un libro de culminar su saga y, finalmente, otro autor-fanático de la historia, la culminó: Brandon Sanderson… Que acabó escribiendo una historia publicada en tres libros.
Luego vienen los casos de Frank Herbert, cuyas ideas de pre-cuelas de su saga Dune acabaron siendo realizadas por su hijo, Brian Herbert, y por Kevin J. Anderson.
A Tolkien también le ocurrió eso. Silmarillion y lo que le siguió ya son más obra de su hijo, Christopher Tolkien, que de J. R. R.
Lo de Pratchett y su serie Discworld, aunque aún no ocurre ese “pasar batuta” (está por publicarse la novela 40, Raising Steam), si lo veo diferente. Con tantas historias y tantos personajes, sagas sobre sagas, Discworld acaba siendo más una serie que una mera saga (algo como la Tierra Media de Tolkien), por tanto el autor queda superado por la obra y quién se haga cargo de ella solo deberá cuidar seguir en la línea ya trazada.
En cambio, lo de Martin y su Song of Ice & Fire sí está para pensarse. El autor tiene 64 años y una salud no muy buena. Además, se nos olvida que ya era un autor hecho y derecho cuando se embarcó en Games of Thrones. Está, se dice, a dos títulos para terminar la saga, aunque ya ha dejado, se dice, todo arreglado en caso no pueda terminarla. Tanto los productores de la serie como su editor saben ya el final de la serie y el destino de muchos de sus personajes. Un final que, esperemos, no esté en la línea de lo ocurrido con The Dark Tower de Stephen King (por algo varios seguimos esperando King enmiende la plana y haga algo decente como “verdadero” final).
Saludos.