
“Detrás de cada gran fortuna hay un crimen.”
Honoré de Balzac
La ficción de gangsters siempre tiene referencias de la vida real. Después de todo, desde la concepción de propiedad privada ha existido el crimen, por lo que sería complicado pensar en la historia de la sociedad sin términos como pillaje, delito o fechoría (Godfrey, Lawrence y Williams, 2008). Así que para tener una historia de crimen, que persiga por génesis ese género, debe usar símbolos, significados y sentimientos de algo que tenga relevancia y certidumbre histórica (Filmsite).
“Black Mass” es mucho más que sublime violencia, es más que una comunidad creada por una organización criminal, es más que la tristeza detrás del crimen de la que, completamente abstraído del tema, habló Peña Nieto en un discurso (Brainy Quotes), es simple y sencillamente la historia del gángster James “Whitey” Bulger contada desde la perspectiva de los escritores Mark Mallouk y Jez Butterworth junto con el director Scott Cooper (IMDB).
Así como, después de ser difamado, Mario Puzo, autor de “The Godfather” y muchas otras novelas de mafia, aceptó que había basado su obra en investigaciones sobre el tema (The New York Times) más allá que en experiencia personales, “Black Mass” seguramente tiene trabajo de investigadores detrás. El guión no dejó nombres fuera, todos las personas que participaron en aquella sombría época por la que pasó “Southie”, nombre con el que se le llama al sur de la ciudad de Boston, aparecen dentro de la película. Cada muerte, cada encarcelamiento y cada hecho está registrado por la historia oficial y por supuesto por las grandes cadenas de noticias del mundo. Por eso resulta emocionante, además de ser una manera perfecta para presentarlos, que los créditos finales tengan de fondo imágenes reales de lo que fue el reinado de Jimmy y su grupo criminal Winter Hill Gang sobre una de las ciudades más importantes de Estados Unidos en la costa Este.
La carrera de Johnny Depp suma un sin fin de títulos, algunos que marcaron huella por la mutua construcción entre el actor y su personaje, y otros que serán recordados porque nunca debieron salir a la luz. Comprendo la desconfianza que tienen cuando imaginan a Depp como el designado a interpretar a un criminal que llegó a ser el número dos de la lista de los más buscados del FBI, sólo detrás de Osama Bin Laden (Biography). Pero si son de los que habían perdido la esperanza en sus papeles (no lo quería decir, pero especialmente después del Sombrerero Loco en la Alicia de Burton), aquí les será devuelta. Su actuación hace honor a la escuela de gangsters en la pantalla. No sólo por la similitud que tuvo con el personajes de Frank Costello (Jack Nicholson) en “The Departed” (2006), una película que está totalmente inspirada en la historia de la mafia irlandesa en Boston y cuyo personaje nombrado Frank no podría tener más similitudes con la vida de Bulger, pero también evoca al carácter sanguinario, burlón y seguro de Henry Hill (Ray Liotta) y Tommy DeVito (Joe Pesci) en la obra maestra del gangsterismo dirigida por Scorsese de 1990, “Goodfellas” (The Guardian). Depp destaca por encima de los demás sólo por tener el protagónico. El jefe del FBI, interpretado por Kevin Bacon, así como el detective John Connolly, papel que cumplió Joel Edgerton, son dos figuras burocráticas con facultad de ejercer la ley que se discuten constantemente entre hacer lo justo y lo correcto, un dilema moral que personifican con maestría. Obviamente nada de esto hubiera sido posible sin el dignísimo trabajo del departamento de maquillaje liderado por Marleen Alter (quien también aparece en los créditos de “The Town”, otra película de mafia irlandesa en Boston), siendo la pieza más brillante el trabajo sobre la cara de Depp.
Siempre que en el cine hay balazos y persecuciones, aunque sean judiciales, la sensación que se transmite a la audiencia es de suspenso, de ansiedad y de excitación. Las dosis de estas emociones que “Black Mass” carga son bastante puras. Pero lo más impresionante es que las operaciones criminales y los asesinatos no son el principal activo de la película, la alteración viene de las relaciones entre los individuos de una comunidad donde la identidad y su sentido de pertenencia son mucho más relevantes que la noción de justicia o de leyes. A grandes rasgos éste es uno de los factores por los que se explica el crimen organizado, las pandillas y grupos criminales (sin dejar de lado la segregación, discriminación y falta de oportunidades de algunos grupos sociales en específico) Cómo hace el presidente del Senado de Massachusetts para que su hermano sea el criminal más visceral de todo el estado que gobierna. Benedict Cumberbatch es el responsable de encarnar a un personaje que tiene un alto puesto político pero también tiene un hermano con una entrañable carrera criminal (una relación que quedó plasmada a fondo en la serie “Brotherhood” de 2006, también sobre un político de origen irlandés y su hermano que pertenece a la mafia del mismo origen) . Y si ustedes piensan que la única batalla que pelea el detective Connolly por ser corrupto es contra el Bureau, tal vez sea debido a que no conocen a su esposa ni a sus correspondidos motivos para estar muerta de miedo. Es sencillo, “Black Mass”, en sentido político y personal, maneja niveles de tensión, a veces tristes y a veces iracundos, muy altos.
Finalmente, y aunque nunca he ido a Boston (mucho menos al Boston de los setenta) puedo asegurarles que el “look & feel” (aunque no hablemos sólo de diseño) de la comunidad de Winter Hill de 1978 es completamente verosímil. La ropa, las fachadas, los interiores, las calles, los lentes, los autos, las costumbres, todo apoyado por hechos históricos, dejan en claro la enorme subjetividad que tiene el tema del crimen organizado en todo el mundo. ¿Hay malos y buenos? Para este punto esa pregunta es retorica.
“Black Mass” no es sólo para los obsesionados con el cine de gángsters, aunque ellos la considerarán una buena pieza para la colección de ese nicho. Definitivamente es un must de las pantallas del mes.