Por Roberto Coria

Se avecina el Día del niño, festividad que agradecemos al presidente Álvaro Obregón y festín anual de jugueterías, parques de diversiones, restaurantes de comida rápida y fabricantes de dulces. Eso me hace recordar a dos de los más encantadores que conozco.

Una de las influencias más notables de Tim Burton es sin duda la obra del caricaturista estadounidense Charles Samuel Addams (1912-1988), cuyos dibujos aparecieron en el semanario New Yorker (casa también de Truman Capote) de 1932 a 1987. Oscar Pálmer, en el estudio introductorio a la compilación de la obra de Addams, “La familia Addams y otras viñetas de humor negro”, publicada en 2004 por la distinguida Editorial Valdemar, recuerda el epitafio que emitió William Shawn, editor del New Yorker entre 1951 y 1987, tras la desaparición física del caricaturista: “The New Yorker no estuvo completo hasta que Charles Addams empezó a publicar en él”. Y es que el estilo de Addams, generalmente viñetas unitarias (u one-liners) que denotaban un humor ácido y retorcido que sofisticaban la línea editorial de la publicación, era increíblemente atractivo. Entre su producción brilla un insólito cartón, publicado por vez primera el 6 de agosto de 1938, crítica mordaz a la familia norteamericana, convertido en seriales televisivos, caricaturas, películas y obras de teatro. El clan Addams, integrado por los amorosos padres Morticia y Gómez (u Homero, según el clásico doblaje de Jorge Lavat), los pequeñines macabros Wednesday (Merlina) y Pugsley (Pericles), el tío Fester (o Lucas, con la voz del maravilloso Jorge Arvizu), la Abuela y el fiel mayordomo Lurch (Largo), representan al clan burgués promedio. Contra la creencia popular, en la amplia obra de Charles Addams para el New Yorker, que comprende más de 1300 cartones, la familia sólo aparece en escasos treinta. Los Addams representan la otredad y nos recuerdan que “las cosas son según el cristal con que se miran”. Su noción de normalidad es una bofetada a la familia tradicional, esa que promueve la extrema derecha. Ejemplo de ello es la famosa viñeta en la que Gómez, Morticia y Lurch se disponen a arrojar desde las alturas el contenido hirviente de un caldero a un grupo de niños que cantan villancicos frente a su mansión. Precisamente Lurch, barbado en su primera aparición, está inspirado en Boris Karloff, viejo conocido de todos y de este blog, concretamente en el mayordomo que encarnó en “The old dark house” (James Whale, 1932). El anecdotario documenta que el actor llamó a Charles Addams para agradecerle el halago.

Charles-Addams-La-Familia-Addams-caldero

En el imaginario popular siempre destacarán los cándidos juegos de Merlina y Pericles, quienes se regodeaban con venenos, se sometían en una silla eléctrica, jugaban con dinamita o una muñeca decapitada. La niña dormía en una cama con una cabecera con un tenebroso pulpo labrado, que es imposible desligar del famoso Cthulhu creado por Howard Phillips Lovecraft. Su relación fue fielmente retratada más en el cine que en la serie televisiva que todos adoramos. En Los locos Addams (Barry Sonnenfeld, 1991), ambos representan un homenaje a Hamlet de William Shakespeare. Mientras se enfrentan con espadas, él (Jimmy Workman) le corta la muñeca. La sangre fluye a chorros y salpica a los espectadores. Como respuesta, ella (Christina Ricci) le corta el brazo, con el mismo efecto. Él da el estoque final, que rebana el cuello de la pequeña. Mientras desfallece y baña de rojo a la audiencia, recita: “¡Dulce olvido, abre tus brazos!” Los asistentes permanecen mudos, horrorizados. En contraste, la orgullosa familia les aplaude de pie. Uno de los mejores homenajes al grand guignol que he visto en los últimos años.

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Y un regalo final para todos. Tim Burton anunció recientemente que uno de sus siguientes proyectos será una reelaboración de la creación más popular de Charles Addams, con la promesa de ser fiel a la intención del autor y con el estilo y tecnología que usó en “El extraño mundo de Jack”, “Jim y el durazno gigante” y “El cadáver de la novia”. Suena prometedor. Ahora viene la tortuosa espera.

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2 thoughts on “Felicidades anticipadas a los niños macabros”

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