Resulta siempre maravilloso el que un libro se vuelva una sensación mundial. En estos días, es posible gracias a numerosas redes sociales, algunas dedicadas exclusivamente a la discusión y calificación de títulos. Pero en el distante año de 2003, con la incipiente Internet, tres años antes de la creación de Twitter, el que un libro se convirtiera en un bestseller se lograba, literalmente, de boca en boca. Fue en ese año, en el que por enésima ocasión se había declarado muerta a la letra impresa, que surgió un nombre: Robert Langdon, un académico con una intensa aura nerd, que se hallaba en medio de una teoría de conspiración de la vida real, con persecuciones, peligros mortales y misterios que el propio lector se dedicaba a resolver a la par de los protagonistas.

Fue uno de los últimos fenómenos mediáticos “virales” que no tuvieron que ver con una conexión digital. Literalmente, tus amigos llegaban con el libro en sus manos, se acercaban sonrientes y te lo ofrecían: “tienes que leer esto”. El Código da Vinci se volvió parte de la cultura general, sin intenciones de convertirse en el próximo Doctor Zhivago o 100 Años de Soledad. Y el hombre detrás del profesor Langdon se llama Dan Brown.

El autor, de 57 años, creó un mundo que cualquiera de los que amamos la fantasía puede disfrutar ampliamente, uno en el que el personaje con más conocimientos y no necesariamente el más atlético, es quien es capaz de descubrir secretos milenarios y salvar a los habitantes de una ciudad y, potencialmente, el planeta. Es una estructura simple y que el propio Brown ha reconocido: poner a Langdon en un ambiente ajeno al suyo, darle un misterio a resolver, otorgarle una inteligente y bella acompañante y que surja vencedor. Y durante el trayecto, entretener al lector y hacerlo parte de la investigación.

Brown ya era un autor establecido a la publicación de El Código da Vinci, pero antes de ello, era, desde luego, un profesor que soñaba con ser escritor. Publicó dos trabajos: Digital Fortress (1998) y Ángeles y Demonios (2000). El caso de esta última novela fue curioso, pues aquellos que conocieron a Brown por El Código da Vinci, creyeron por algún tiempo que Ángeles y Demonios era una precuela. Tal fue la popularidad de aquél título, que, además, varios historiadores y teólogos emitieron una gran cantidad de opiniones que intentaban desacreditar un trabajo de ficción que se había sumado a las librerías personales de millones de personas alrededor del mundo.

Además de nuevos títulos con Robert Langdon como protagonista, fue inevitable la llegada de una adaptación cinematográfica, dirigida por Ron Howard (Willow) y protagonizada por Audrey Tatou (Amélie) y protagonizada por Tom Hanks en el papel de Langdon. Dos secuelas más, basadas en Ángeles y Demonios e Inferno fueron producidas. 

Sin embargo, la última vez que vimos al profesor Langdon en pantallas fue en 2016 y, desde entonces, comenzó una nueva era dorada de la televisión en la que Robert puede investigar un misterio con más libertad, episodio a episodio. Y es eso precisamente lo que sucede en The Lost Symbol, serie en la que veremos a un joven Robert Langdon, interpretado por Ashley Zukerman, adentrarse en el oculto mundo de la masonería, para intentar salvar a su mentor. El misterio comienza el próximo 7 de febrero a través de Universal+.